Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando las entradas con la etiqueta terapia junguiana

Uno, dos, tres... Una historia sobre sincronicidades (en tres pasos)

Saboreó cada palabra que le diría. Las venía recitando para no olvidarse de ninguna de ellas. No quería improvisar en un momento tan crucial. Debía salir todo perfecto, sin fallas, para que ella respondiera como él sabía que lo haría tras escucharlo. Caminaba con paso firme, decidido, hacia el encuentro. Confiado de estar en lo correcto. Un, dos, tres y ya… todo se resolvería y volverían a estar juntos como antes. UNO: la vería. La miraría a los ojos bien cerca de su rostro. Ella le sostendría la mirada atenta, bebiéndose cada una de sus palabras. DOS: su rostro se iluminaría de emoción, y, como toda respuesta, saltaría a sus brazos rodeándole el cuello  y sellando su boca con un beso de reconciliación. TRES: Se marcharían juntos, tomados de la mano, de vuelta a casa. UNO: llegó y ella no estaba. Dos: en vez de encontrarla, una ambulancia que partía con la sirena encendida, no auguraba nada alentador. TRES: al acercarse a alguien, le comentaron que la...

Ser o no SER?

¿Ser o no ser? ¿Hacer o no hacer? ¿Hacerlo hoy o dejarlo bajo la alfombra hasta mañana? Un mañana eternamente procastinado… Negando su urgencia…, en estado de angustia difusa y permanente, pero bañada de otras cosas que no terminan de generar satisfacción, porque están tapando dolores que se las ingenian para asomar, furtivos, pero feroces… Entonces ante el miedo, mejor no ser el que uno se impuso ser. Ese ideal tan alto que es inalcanzable e imposible y que entonces, y por paradójica oposición, es lo que nos impide un hacer, uno falaz pero un hacer al fin. Un hacer que no sea tan ilusoriamente perfecto, pero que sea. Un hacer tentativo, de ensayo-error-ensayo-acierto. Que nos permita sentirnos vivos y siendo, no actuando el papel del que deberíamos ser. ¿Según qué mirada armamos esa imagen del que deberíamos ser? ¿No estaría bueno revisar esas miradas que ya hicimos nuestra y evaluar si seguimos queriendo ser eso que nos impusieron imponernos ser? ¿Pa...

Proyecciones

Espejos circulares, o rectos, o biselados… Espejos manchados de humedad, cascados, deformantes. Espejos cóncavos , convexos, difusos, claros… Espejos y más espejos que me devuelven mi imagen. Cuál imagen en cada caso? Espejos de vidrio o de carne y hueso? En qué clase de espejos me miro? Cuál elijo en cada caso? Por qué? Y para qué propósito recurro a cada uno para verme? Qué busco ver? Mi réplica? Y entonces para qué tanto individuarme?  Para qué tanto trabajo hasta hallarme diferente y única? Para llorar la soledad de mi propia individuación? Para procurar salir del aislamiento de saberme en un punto tan distinta y no soportarlo y salir a buscar pares? Espejito, espejito, devolverme mi imagen para saberme. Para saberme? Para vivir enamorándome de mi propio ser que es mi producto mejor logrado? Mi permanente re-creación? Una artesanía trabajosamente mía, tallada con el dolor de los propios desaciertos pulidos a sangre. Espejito, espejito, me miro y ...